Lo que pasa en tu cuerpo al dejar de fumar

Dejar de fumar es una de las mejores decisiones que puedes tomar para recuperar tu salud. Las razones sobran. Numerosos estudios han alertado sobre los graves efectos del tabaquismo y su relación con una larga lista de enfermedades.

Si has sido un fumador empedernido sabes de lo que hablamos. No se trata solo de un terrible hábito asociado a diferentes tipos de cáncer. Las consecuencias médicas van más allá y perjudican prácticamente a todos los órganos del cuerpo humano.

Sin duda el cáncer de pulmón es el primero en la lista de los tipos de cáncer causados por el tabaco. Pero este también produce enfermedades respiratorias como el enfisema pulmonar o la bronquitis crónica. Además aumenta el riesgo de sufrir de enfermedad coronaria, la primera causa de muerte en el mundo según la Organización Mundial de la Salud, OMS.

¿Alguna vez te has preguntado cuáles son las secuelas de tantos años detrás del cigarrillo?. Mucho se ha dicho al respecto. Los beneficios en el cuerpo humano al dejar de fumar comienzan a notarse en apenas unos minutos.

Sí, aunque parezca increíble, los efectos de esta decisión son más rápidos de lo que se cree. Por eso en este artículo te contamos qué le pasa a tu cuerpo cuando decides dejar de fumar. Sigue leyendo y entérate de las numerosas ventajas.

dejar de fumar -cigarrillo roto

Menos riesgos para el corazón

Estudios señalan que el humo del tabaco contiene cerca de 4000 sustancias altamente tóxicas, relacionadas con más de 27 enfermedades. Entre ellas se encuentran el alquitrán, acetona, naftalina, cianuro, amoniaco, cadmio, arsénico, metanol, entre otros.

La nicotina, la sustancia presente en las hoja del tabaco, tiene una capacidad adictiva cinco veces mayor que la cocaína, según lo revelan algunas investigaciones. Abandonar el tabaco tiene efectos notables a muy corto, mediano y largo plazo.

Apenas 20 minutos después de dejar de fumar, la frecuencia cardíaca baja, se recupera la presión arterial y tanto las pulsaciones como la temperatura corporal se normalizan. La circulación y la respiración también comienzan a mejorar.

Después de ocho horas, la nicotina desaparece de la sangre, y los niveles de monóxido de carbono, un peligroso gas presente en el humo del tabaco, también disminuyen. Cuando ya se ha pasado un día sin fumar, el riesgo de sufrir un ataque cardíaco es menor.

Uno de los principales daños del tabaco en el sistema cardiovascular es la arteriosclerosis. Esta enfermedad produce una degeneración de las arterias que puede derivar en infartos. El riesgo de padecer una insuficiencia coronaria como consecuencia del tabaquismo se reduce a la mitad después de un año sin fumar. Y a los cinco años el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca es igual a la de un no fumador.

dejar de fumar- cigarrillos

Pulmones libres de humo

Otros órganos que mejoran de manera significativa al dejar de fumar son los pulmones. Diversos estudios demuestran que estos tienen la capacidad de regenerar parte del daño que se ha ocasionado.

Una de las primeras zonas en las que esto se manifiesta es en los cilios respiratorios. Estas pequeñas estructuras que recubren los bronquios y tienen un aspecto parecido a pequeños vellos, son los responsables de limpiar los microbios y residuos de las vías respiratorias.

Con el consumo del cigarrillo estos cilios se van paralizando de forma progresiva. La consecuencia es que se acumulan mucosidades, produciendo la típica bronquitis del fumador. Pero al dejar de fumar la situación puede revertirse. Así, crecen nuevos cilios y los pulmones vuelven a estar limpios.

Se cree que una semana después de dejar de fumar se nota mejoría en la tos. A las tres semanas la función pulmonar mejora 30% y ocho semanas después los cilios normalizan su función. Además las infecciones respiratorias disminuyen; al igual que la congestión nasal, la fatiga y la sensación de falta de aire.

dejar de fumar - hombre fumando

Daños irreversibles 

Desafortunadamente otras áreas de los pulmones no corren con la misma suerte. Si bien dejar de fumar produce cambios significativos, los expertos aseguran que algunos daños son irreversibles.

Cuando hay antecedentes de tabaquismo excesivo, en algunas zonas se forman cicatrices. Estas, a su vez, producen la pérdida de elasticidad del tejido y en consecuencia una menor absorción del oxígeno.

Los alveolos, por ejemplo, tras años de daño por el cigarrillo, se inflaman y causan enfisema pulmonar. El enfisema es una forma de Enfermedad Pulmonar Obstructiva, EPOC. De hecho, esta es la enfermedad producto del tabaquismo que afecta a más personas en el mundo.

Al parecer los efectos de este padecimiento comienzan al poco tiempo de comenzar a fumar, pero tarda décadas en manifestarse. Es muy común que los fumadores presenten una combinación de enfisema y bronquitis crónica. El daño es tal, que las paredes de las vías respiratorias van perdiendo su forma y elasticidad y nunca vuelven a ser como antes.

Alejar el cáncer

El cáncer es quizá la enfermedad inmediata que suele relacionarse directamente con el tabaquismo. Y no es en vano. Las estadísticas indican que 9 de cada 10 casos de cáncer de pulmón tienen su causa en el consumo de tabaco.

Erróneamente se cree que una vez que se tiene la enfermedad en nada ayuda dejar de fumar. Nada más alejado de la realidad. De acuerdo con diversas investigaciones las sustancias tóxicas del cigarrillo debilitan el sistema inmune del cuerpo. Por esta razón, seguir fumando hace más difícil matar las células cancerígenas.

Las sustancias químicas presentes en el cigarrillo pueden dañar o cambiar el ADN de las células, y cuando esto ocurre estas comienzan a crecer sin control, formando un tumor de origen maligno.

Por estas y otras razones se ha intentado impulsar alrededor del mundo “una vida libre de humo”. Los efectos del cigarrillo pueden ser letales. Solo después de diez años de dejar de fumar el riesgo de padecer cáncer de pulmón se reduce a la mitad. Y después de 15 a 20 años, es prácticamente el mismo que el de una persona que nunca fumó.

Dejar de fumar no solo aumenta las perspectivas de vida. Hacerlo representa un cambio favorable al eliminar las mortales toxinas presentes en el tabaco. El ejercicio físico y una buena alimentación ayudan en este objetivo. En especial este último, permite iniciar un proceso de desintoxicación que, aunque al inicio resulte muy difícil, no es imposible de lograr y tiene resultados muy significativos en la salud.

 

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