El bosque de los suicidios es todo un enigma en Japón. El Aokigahara es conocido como el segundo lugar del mundo donde más personas se quitan la vida. El primero es el Golden Gate en San Francisco, en EEUU.
Al bosque Aokigahara también se le llama el “Mar de árboles”. Tiene unas 3000 hectáreas y se ubica en la provincia Yamanashi, a los pies del Monte Fuji, a unos 100 kilómetros de Tokio.
Algunas estadísticas indican que anualmente entre 50 y 100 personas escogen este lugar para acabar con su vida. Sin embargo, el dato real se desconoce. Las autoridades dejaron de suministrarlo para evitar que se incentive el suicidio.
¿El lugar perfecto para morir?
Cada año el «bosque de los suicidios» recibe un gran número de visitantes. Sus particulares características parecen contribuir con su fama. Su belleza natural es opacada por el extremo silencio y la calma. Está rodeado de frondosos árboles y la vida silvestre es casi inexistente. No se observan animales y es tan denso que el viento apenas sopla.
Abundan rocosas y gélidas cuevas. Su atmósfera es una especie de “lugar perfecto para morir”. Uno de los mitos que rodean al Aokigahara, es que allí se crea un campo electromagnético que produce fallas en las brújulas y otros dispositivos como el GPS.
Apenas se adentran en el «bosque de los suicidios», algunos visitantes colocan cuerdas para marcar el camino de regreso, y evitar perderse. En sus alrededores también se han creado “rutas no oficiales” en las que se buscan los posibles cadáveres.
En las entradas del bosque, un letrero insta a los visitantes a “conservar” la vida. «Piensa en la vida que te fue dada, en tus padres, tus hermanos, tus hijos, en tus seres queridos. No sufras solo, antes, contacta a alguien», es el texto que puede leerse junto a un número de teléfono para pedir ayuda psicológica. Es uno de los esfuerzos de las autoridades para revertir la situación. Por donde se mire es un escenario tenebroso.
El origen de la fama
Pero ser el lugar preferido por los suicidas no es un nuevo para Aokigahara. Mucho se ha especulado al respecto. Históricamente el “bosque de los suicidios” ha estado asociado con demonios de la mitología japonesa. Algunos poemas antiguos de 1000 años atrás incluso hablan de una maldición.
Para otros el origen está en el Ubasute. Se trata de una práctica del siglo XIX en la que personas de edad avanzada y niños eran abandonados en el bosque para dejarlos morir allí.
La razón para esta desdichada decisión eran las grandes hambrunas y epidemias de la época. Familias muy pobres preferían para ellos la muerte al no poder alimentarlos, una especie de eutanasia de la época. Así surgieron historias que aseguraban que el bosque estaba poseído por esas almas en pena.
Pero al parecer su fama como lugar “predilecto” para el suicido llegó después. Se dice que tiene mucho que ver una novela de 1960, del escritor y periodista japonés Seicho Matsumoto. El final de esta historia es protagonizado por una pareja de enamorados que se quita la vida en el bosque.
Otra referencia a Aokigahara está en el libro «El manual completo del suicidio«, de Tsurumi Wataru, que se publicó en 1993. Allí se recopilan de manera perturbadora diferentes formas de llevar a cabo el acto, y hasta el ahorcamiento se califica como una “obra de arte”. En la película de Hollywood “The Forest”, o “El bosque siniestro”, estrenada en 2016, también se ilustra este aterrador lugar.
Problema cultural
Lo que sucede en el bosque de los suicidios es el reflejo de un fenómeno muy presente en la cultura japonesa. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, Japón es el tercer país con la tasa más alta de suicidios del mundo, después de Corea del Sur y Hungría.
Pero en Japón el suicidio es visto de forma distinta. No se considera un pecado, como sí ocurre en el Cristianismo, e incluso se maneja como una forma de “asumir responsabilidades”.
Los antecedentes parecen estar en los pilotos “Kamikaze”, que durante la Segunda Guerra Mundial decidían morir por honor. También en la tradición nipona del harakiri, el “suicidio honorable” de épocas milenarias. No por ello, deja de ser alarmante.
En 2014, por primera vez, el suicidio fue la causa de muerte más común entre los jóvenes de 10 a 19 años. También la de hombres entre de 20 y 44 años. La condición denominada “Hikikomori«, una especie de aislamiento social agudo muy conocido en Japón, es una de las principales causas para la depresión que luego puede llevar al suicidio.
En los jóvenes, particularmente, ha aumentado de manera preocupante debido a la presión en las escuelas. Muchos no soportan el acoso y la intimidación por parte de sus compañeros.
Incluso, el 1 de septiembre, el día de inicio de clases en Japón, algunos lo escogen para poner fin a su vida. Prefieren morir antes que enfrentar un nuevo año escolar.
En otros casos los jóvenes no soportan el hecho de sentirte incapaces de hallar puestos de trabajo estables. Esto pese a que Japón es conocido como uno de los países con mayores oportunidades laborales.
La tecnología como detonante
Las redes sociales han jugado un papel determinante en el incremento de los índices de suicidios entre los jóvenes. Un caso emblemático ocurrió el pasado mes de diciembre de 2018, cuando el youtuber estadounidense, Logan Paul, grabó a un cadáver colgando de un árbol en el bosque de los suicidios y subió el video a YouTube.
El video se hizo viral, y en poco tiempo la acción causó repudio entre sus seguidores. Aunque luego lo eliminó y pidió disculpas por su “error”, el hecho avivó el debate sobre el morbo que se esconde tras este tipo de prácticas.
A raíz de este incidente redes como YouTube tomaron medidas. En este caso se creó una división de inteligencia para detectar la publicación de contenido ofensivo o polémico antes de que se haga viral. Sin embargo, no parece ser suficiente dado el uso inapropiado que se hace de la tecnología.
Pese a lo escalofriante que pueda resultar, el Aokigahara sigue siendo uno de los lugares más visitados de Japón. Ya sea por simple curiosidad de vivir una experiencia distinta, es un destinos infaltable en los paquetes turísticos. ¿Te atreverías a conocerlo algún día?.